Estados Unidos anunció aranceles adicionales el 24 de febrero de 2023, que incluyen:

1. Se impone un arancel del 200 % a determinados productos de aluminio y productos derivados del aluminio originarios de Rusia y terceros países;

2. Imponer aranceles no NMF de hasta el 70% sobre ciertos productos de aluminio y otros metales de origen ruso, incluidos el cobre, el plomo y el níquel.

La LME ha anunciado la suspensión inmediata del registro de nuevos recibos de depósito de aluminio primario, cobre, plomo, níquel o aleaciones de aluminio rusos (en forma de NASAAC) en los depósitos de la LME ubicados en EE. UU.

EE. UU. ahora depende mucho menos del aluminio ruso que hace unos años, lo que significa que si se impusieran aranceles punitivos, no habría una recuperación en el mercado interno como en 2018. En 2016 y 2017, las importaciones de aluminio en bruto de Rusia alcanzó un pico de más de 700.000 toneladas, lo que representa alrededor del 30% de las importaciones totales. Según el Centro de Comercio Internacional (ITC), el temor a las sanciones en 2018 condujo a una disminución estructural de las importaciones rusas de aluminio, cayendo a 215 000 toneladas en 2021, lo que representa solo el 12 % de las importaciones totales. 

Las importaciones rusas cayeron nuevamente el año pasado después de que EE. UU. despojara a Rusia de su estatus de nación más favorecida, lo que significa que se impusieron aranceles de importación adicionales además del arancel del 10 por ciento de la era Trump. La escala de los aranceles equivale a una prohibición de facto sobre los metales rusos, cortando cualquier flujo remanente de aluminio en bruto o productos de aluminio.  La medida unilateral de EE. UU. de excluir el aluminio ruso acelerará la fragmentación del mercado que alguna vez fue altamente globalizado.